Y tu también
sábado, 7 de agosto de 2010
Serás, libertad completa
has regresado para impregnarme un beso como sello.
Has vuelto para no querer volver otra vez
y yo
te confundo con el olor de las flores que se asemejan a ti;
pobre,
infeliz,
pobrecita,
tanto entregas,
y tus ganas necesarias de amar no son necesidad alguna para ese hombre que te desprecia.
Ólvidate de caricias,
del sexo,
acuérdate de los malos tratos mientras tanto,
sigue pidiéndole a ese Dios que tanto veneras que te de alas para volar
como pájaro en invierno enfrentando la lluvia,
al final serás lo que tanto quieres,
serás la libertad completa.
jueves, 5 de agosto de 2010
martes, 13 de julio de 2010
miércoles, 23 de junio de 2010
Maldito, así me dejas
Me puse a pensar sobre ese día al que le pusimos un título. Me acordé de tu imagen, tu cuerpo perfecto, encima del mío y de tus manos enredadas en mi cabello desordenado, los puños de tus codos se deslizan sobre mi pecho, y coges mis senos con rabia, y los besas, me duele, los muerdes, y grito, pero no de dolor, me encanta ese sabor, y repito, “sigue”. De pronto, a los pocos minutos de entrar en mí, veo tu cara, el sudor, tu sudor, cae hacia mis labios, y sonrío, estás teniendo un orgasmo, y el mío siempre llega con el tuyo, siempre tan parejo, por eso me fascina tener sexo contigo, te amo. Hoy, es un día distinto, estoy sentada en la esquina de mi sofá, hago un nudo con mis pies, me encojo y escondo la carta que te había escrito ayer, después de decir que ya no me querías más. Coges mis manos, hago un círculo con ellas y las proteges, me besas, acaricias mi rostro, lloro, pienso, ¿me amas?, pienso, ¿qué quieres?, pienso, te amo, piensas, ¿qué hago?, piensas, te amo. Salgo de tus brazos, te sujeto de la cara, arranco un poco de tu cabello, y me ves, triste, prometes no irte, y empezamos de nuevo, estamos teniendo sexo. Ahora, te has ido, y estoy esperando una llamada, al final, te entregué la carta, estoy esperando que digas que soy perfecta, espero que pidas perdón y perdonarte, he practicado toda la semana.
domingo, 23 de mayo de 2010
Chau Mechita
Se levantó tempranito con el pijama sucio, y se dirigió con sus pantuflas marrones a la refrigeradora para tomar de pico la coca cola de hace tres días. Fue al baño con flojera, se apoyó en el lavatorio, miró su reflejo en el espejo y pensó en abandonarla. Él quería a Mechita como se quiere a una madre. La navidad pasada, en la que estuvieron juntos, la única navidad que pasaron juntos, Mechita le prometió quedarse siempre, abrigarlo cuando el frío lo invada, y calmarlo en su desesperación de amarla. Mechita le repetía constantemente a Manolo que lo mejor de los recuerdos es tener la memoria para recordarlos. Él siempre pensaba que Mechita era infeliz. En las noches cuando dormían juntos, ella se levantaba gritando todas las madrugadas, y siempre contando la misma historia, que alguien la quería asesinar, y decía: “lo sentía clarito” y al rato volvía a dormir. Siempre supo que si la abandonaba, Mechita ya no solo iba a ser infeliz, sino que se vengaría de él. Manolo se llenó de dudas esos días, empezó a recordar porque se enamoró de Mechita, que fue lo que lo hizo sentir loco, que era lo que le gustaba del sexo con ella, y nuevamente, la duda lo invadía. Se dirigía a la chamba, caminaba a paso lento hacia el paradero, por suerte, agarró sitio, y apoyó su cabeza en la ventana, después de pensar tanto, lloró, lloró como un niño.
“Querida Mechita
Te sorprenderá un poco que te dejara una carta y no esté al frente tuyo mientras la lees. He decidido irme, no abandonarte, solo irme. A veces pienso que no te amo, otras que me vuelvo loco, que me vuelves loco, y otras que te amo profundamente, entonces puedes deducir, que no tengo nada claro Mechita, necesito tiempo. Yo sé que no crees en los tiempos, siempre decías que no existían, entonces puedo pensar que serás tú la que me abandonará, la que no esperara a que mis ideas se ordenen, pero no te obligo a que te quedes, si quieres irte está bien, tú decides Mechita, siempre tendrás el mando. Este no es el fin de todo Mechita, solo si tú lo quieres. Te amo profundamente como esa tarde que amamos frente al mar y nos metimos desnudos a las olas que rompían fuertemente en ese invierno caluroso que me diste.
Cuídate mucho Mechita
Manolo. “